jueves, 20 de marzo de 2014

Escuchando el arroz

Los días en Luang Prabang iban a servir para hacer un voluntariado enseñando nociones básicas de inglés a chicos a través una organización. Llamaré organización porque no creo que se merezca ser llamada "no gubernamental" después de tener una cita con la "organizadora que tiene una casa de cuatro plantas, un restaurante y una escuela de cocina pero, ¡cuidado! que según ella no se lucra a través de la "organización"... Evidentenente, no citaré el nombre de ésta. Yo no me iba a ir sin llevar a cabo en la medida de lo posible mi propósito y encontré por mi cuenta cuatro monjes que querían aprender inglés y así ha sido durante los 8 ó 9 días que llevo aquí.








Los restantes momentos del día los he gastado conociendo a muchísima gente jugando a volleyball, yendo a la piscina o bañándome en unas cascadas alucinantes donde estar parado en el agua comporta ser mordido por los peces (yo no sé que tienen en Asia los peces con la piel humana). En las cascadas, con quienes fui, decidimos pasarnos la máquina de manera espontánea y, en mi caso, dejarme el pelo del viajero (en Barcelona nunca lo haría...).





Por la noche, en el night market hay una zona donde por 10.000 kips puedes comer tpdo lo que te quepa en un plato. Ideal para mí y para apilotonar toda la comida posible. Luego todos los turistas de Luang Prabang se reúnen en Utopia, lugar por excelencia en las noches del pueblo.



Luang Prabang es un pueblo 100% turístico, un pueblo con una gran influencia francesa, casas coloniales, y donde muchos de los carteles están escritos en lao y en francés. No obstante, aún siendo turístico, el mundo se para como en cualquier otro lugar de Laos y te ves contagiado por la calma que aflora en él, y es que sorprendentemente en mí, puedo pasarme tres horas sentado observando la vida local mientras me tomo uno de los ya habituales batidos de sandía. Los franceses, en la época de la Indochina Francesa definieron a la perfección la zona para entender la forma vida de estos países: "los vietnamitas plantan el arroz, los camboyanos miran como crece y los laosianos lo escuchan", contrastando el estrés de vida de Vietnam y la eterna calma de Laos. Aquí en Laos me he convertido en un experto en atardeceres.




Después de 10 días conociendo a mucha gente, mañana es el momento de marchar. Ante la imposibilidad de alargar mi visado (1- porque te piden mínimo 5 días y 2- porque quiero mirar de hacer una semana intensiva de Muay Thai en Tailandia antes de la llegada de mi amigo Marc) he decidido pasar mis últimos 4 días en Laos perdido en un pueblo del norte sin nada que hacer, más allá de reflexionar, escribir y proyectar. Uno ya tiene ganas d estar solo unos días y escuchar el arroz.

Como tampoco tengo mucho que escribir, después 70 días de viaje y a falta de 8 semanas exactas para mi vuelta (a priori, porque estoy planteando cambiar mi fecha de vuelo y viajar por Indonesia aunque varios factores me harán tomar la decisión en los próximos días) me gustaría aprovechar, para agradecer a todos los que seguís mi blog, inclusive gente que hacía tiempo que no tenía un contacto habitual pero me consta que siguen mi viaje e incluso me han escrito, en términos generales a los de DEMB y VC, y sobretodo a nivel individual a todos aquellos que me escriben/escribo semanalmente y que se preocupan de primera mano de la evolución del viaje. A todos ellos: "gracias, y con ganas de veros".











miércoles, 12 de marzo de 2014

Es un regalo

Cada día quiero más de Laos. Cada día sucede algo que me invita a no querer irme de este país. De hecho, creo que extenderé mi visado para poder estar unos días más en este país que enamora.

Sinceramente, y tocando madera, creo que la parte complicada del viaje ya ha pasado. Esta última semana la he pasado en Vang Vieng, un pueblo con dos calles principales, siendo el lugar donde más foráneos he encontrado, y en la capital Vientiane. Los días en Vang Vieng los he compartido con Leo (Brasil) y Ahmed (Sudán), principalmente.



Compartiendo 4 días de relax y de movimento. Un ritmo de vida a base de no tener hora de dormir ni hora de despertar. Son tantas cosas, que es complicado citar unas. Eso sí, un pequeña y hermosa laguna, que a parte de disfrutar puede servir per fotre't una gleva.




Vang Vieng tiene algo que no esperaba encontrar, una zona de relax al lado del río donde ver disfrutar del atardecer con música de grandes como Whitney Houston, Mariah Carey, Queen o The Beatles y unas pancakes de lo que quieras absolutamente espectaculares.






En Vientiane, una capital de 200.000 habitantes, que como pasa en otros lados, no es la más bonita del país, no suelen haber extranjeros más allá de los que necesitan un visado (en mi caso el tailandés) cada tarde se organizan a pocos pasos del río que separa la frontera con Tailandia, clases de zumba para todo aquel (suele ser toda aquella) que quiera bailar. Ahmed y yo no fuimos menos.





En Laos he encontrado lo que en mi primer post pedía, sonrisas eternas, he tenido la suerte y el lujo de poder compartir días con gente local, gente eternamente feliz, gente generosa y hospitalaria. Después de pasar una tarde entera jugando una pachanga de fútbol (al día siguiente mi tobillo se hinchó...pero fueron gratificantes los recuerdos de jugar en la calle como cuando tenía 10 años y no hoy en día que viven pegados al ipad; perdoneu, però algú ho havia de dir), volviendo a la habitación, Aot y Khan, me llamaron y me invitaron a cenar a su casa. Con ellos y con Khim (uno de los chicos de la pachanga y con quien pasaría parte del día siguiente, fue monje durante 8 años) pude compartir horas de charla y escucha, pude conocer la cultura budista de primera mano y pude transmitirles la envidia sana y la admiración que siento por su forma de vida, y que tanto escasea en el primer mundo.





El laosiano que no te quiere regalar una sonrisa te saludará con un "Hello", pero EL LAOSIANO lo hará con un benévolo y tímido "Sabaidee", que si bien literalmente es un "hola", esta palabra tiene un significado mucho más amplio: es un hola, es una sonrisa, es una bienvenida...es un regalo.



Hoy ya me voy, queda una parada larga de dos semanas en Luang Prabang para cerrar Laos, una parada donde, a falta de cerrar y conocer bien como trabaja la organización, la pasaré, a priori, tratando de enseñar inglés básico y conocimientos de ordenador a niños de los cuales espero aprender mucho.

Desde aquí, y sabiendo que no sirve de nada, espero que se resuelva con la mayor positividad posible el caso del avión de Malaysia Airlines, desaparecido y perdida su señal cuando volaba por encima de Vietnam hace 4 días en un vuelo entre Malasia y Hong Kong. Lo sorprendente del caso es que familiares de los 239 pasajeros a bordo afirman que los móviles de los allegados que viajaban en el avión daba señal pero nadie respondía al otro lado del teléfono...tema principal de conversación aquí entre todos los viajeros que hemos cogido vuelos de esta compañía o vamos a coger y primera noticia en todas las televisiones y periódicos.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Las 21 horas de la frontera del infierno

El camino de Vietnam a Laos fue duro, como poco. La frontera entre Vietnam y el sur de Laos es conocida como la frontera del Infierno. La ruta que en teoría debía ser de 14 horas en un bus turístico nuevo con camas y suficiente espacio, se convirtió en una ruta de 21 horas en un bus (lleno de gente local) viejo con camas pero sin espacio alguno (aún no he encontrado un bus en cuya cama pueda estirar mis piernas). Cada hora el bus debía parar porque algo le pasaba al motor y tenían que arreglarlo. Si no paraban para arreglarlo, paraban para llenar el bus de cajas y poner las mochilas encima del autocar. La frontera, dos horas para realizar todos los trámites... Pero por suerte, Vietnam ha terminado. Y con él sus vietnamitas con sus vietnamitadas.



En las paradas podía ver la posición que adoptan los vietnamitas para descansar, según ellos es cómoda...




Después de coger el bus a las 5 de la mañana y llegar a las 2 de la mañana del día siguiente, me dirigí al primer hotel que encontré y compré ticket de bus a las 4.000 islas para la mañana siguiente, donde pasé 4 días y donde el mundo se para. Cualquier agitación del mundo ahí es pura coincidencia. Y es que si el lugar invita a relajarse tomando batidos (todo lo que ahorro durmiendo (he llegado a pagar 1 euro para dormir) lo compenso con chocolate y batidos de sandía...), quien fume tiene la posibilidad de comprar marihuana servida en bolsas en los supermercados, o de tomar un Happy Shake (batido), Happy Pizza...en los restaurantes. Cualquier comida o bebida tiene la opción de suplemento "Happy".






Después de pasar los días sin hacer absolutamente nada, tumbado en hamacas durante horas batido tras batido, uno de los días decidí alquilar una bici y recorrer dos de las islas enteras para poder ver los delfines Irrawadi (en peligro de extinción, quedan 20 creo) que viven en el Mekong (un río que en caso de poder compararse los términos no sabría decir si es más grande o más sucio). Comparando con Filipinas, las 4.000 islas serían comparable en cuanto a El Nido. Hay mucha pobreza pero la diferencia reside en que aquí no ves ningún resort, y todo son casas de madera.








Nunca he visto más pollos de los que he visto en Don Det (isla donde estaba alojado). Y como diría mi abuelo en Navidad: "els pollastres amb les crestes per vermelles fan pampallugues per la vila". Juntamente con los POLLOS, los elefantes y los TIGRES, son los animales más comunes en Laos. Benditos pollos y benditos tigres...




Volviendo de las 4.000 islas y después de pasar una noche en Pakse (pura ciudad de paso, nada que hacer ahí) alquilé una moto y recorrí durante tres días el entorno montañoso Bolaven Plateau. Carreteras desiertas donde encontrar alguien en la carretera es una sorpresa. Y donde cada pocos quilómetros (he recorrido 400km en tres días) paras para disfrutar de sus magníficas cascadas (me estoy haciendo experto en el nuevo tipo de fotos Selfie...viajando solo a veces no queds otra opción).






Solamente encuentras pequeñas aldeas donde el ritmo de vida es muy pausado y donde su única dedicación y su forma de vida es la agricultura de subsistencia. Me alojé la primera noche en una cabaña que la lleva una catalana que viajó a Laos y se enamoró de un laosiano y aquí se ha quedado.




Realmente Laos es un país muy tranquilo (quizás en exceso). Su población es menor que en Catalunya pero su superfície diez veces mayor. Así que eso ayuda a que aflore la calma. Cierta gente tiene en la entrada de su casa algo parecido a una tienda y, son relajados hasta el punto de tener que entrar hasta la cocina (no metáforicamente, sino literalmente) o despertar a los susodichos del sofá para pedirles que te vendan una botella de agua.

En una de las cascadas había tanta tranquilidad que cogí una pequeña balsa que había por ahí y me puse a leer, libro que por cierto he encontrado en Laos..



Laos tiene, aún, restos de influencia francesa, como colonia suya que fue. Citando por ejemplo, el poder ver en cada esquina decenas de personas jugando a petanca, y el poder comer el mejor pan que he probado nunca (en la ruta en moto me he alimentado a base de 5 bocadillos diarios), madalenas o croissants, por decir algo.

Realmente, Laos es un país que enamora...por lo menos hasta el momento.
Esperando el bus para ir a la capital decidí cambiar de idea, y cambié el billete a Vang Vieng, algo más al norte... donde acabo de llegar; 17 horas de bus :). Informándome de cómo entrar a Tailandia, me he dado cuenta que necesito visado en mi caso, y tengo que ir sí o sí a la capital y pasar unos días para tramitarlo... a veces se cometen errores. Fot però és el que hi ha... Aunque la verdad, España es el único país de la UE que no puede estar 30días en Tailandia entrando por tierra, en vez de preocuparse de que Marc pueda entrar a Tailandia sin visado, se preocupan de querer poner el castellano como lengua vehicular en algunas regiones...